Tradición de la Candelaria en Humahuaca

Texto basado en «La fiesta de la Candelaria. Quebrada de Humahuaca y Puna»

por Lic. Josefa Luisa Santander
Ilustración de tapa por la artista plástica Ofelia Bertolotto (1970).
Ilustración de tapa por la artista plástica Ofelia Bertolotto (1970).

La fiesta en honor a la Virgen de la Candelaria tiene origen muy antiguo, tomando su nombre de la fiesta de la Candelaria o de la Luz, iniciada en Oriente, en los primeros tiempos cristianos con el objetivo de reemplazar los festejos paganos que tenían lugar durante el mes de febrero. En esa fiesta de las candelas se celebraba la presentación de Jesús en el templo luego de su nacimiento y la purificación de su madre, María. De aquí deriva la Virgen de la Candelaria como una advocación de la Virgen María. La devoción hacia la Candelaria tuvo origen en Tenerife, islas Canarias, en España, hacia el 1400 dc cuando dos pastores lugareños dijeron encontrar la imagen de dicha advocación mariana a la orilla del mar. Se inició así el culto local, constituyéndose más adelante como patrona de las islas Canarias, con la particularidad de que la imagen tenía tez morena. A América llega por supuesto a través de los conquistadores españoles y también por inmigrantes tenerifeños.

En Bolivia, desde casi fines del siglo XVI, se empieza a destacar la veneración de la Virgen de la Candelaria de Copacabana que, además de ser una imagen también morena, más tarde se convierte en una de las advocaciones con más con influencia y devoción en el NOA, y particularmente en Jujuy. Copacabana es una localidad sita a orillas del famoso lago Titicaca que, en su etimología, significa santuario turquesa (KKopa, piedra azul verdosa o turquesa y KKhapana, santuario). Allí, Tito Yupanqui, descendiente de un cacique incaico, ya convertido al cristianismo, realiza la promesa de esculpir una imagen de la Virgen de la Candelaria como protectora cristiana para los sembrados de dos parcialidades indígenas locales. Según cuenta la tradición, Yupanqui se inspiró en una mujer morena que se presentó a su puerta, sosteniendo un niño con un brazo y una vela en la otra mano. Después de largos peregrinajes por el Alto Perú, esta nueva imagen logra la autorización eclesiástica y retorna a Copabana haciendo su ingreso a la ciudad un día dos de febrero, siendo recibida por numerosos fieles que difundieron su fama. Su santuario ocupó el espacio donde, con anterioridad, estaba locado un sagrado templo incaico, a la usanza de la modalidad española para imponer su religión a los pueblos avasallados.

De esta manera la devoción llega a Jujuy, donde se erigen numerosos santuarios para la Candelaria, por ejemplo en Cochinoca, Cieneguillas, Tumbaya y Humahuaca, así como para su advocación de Copacabana, de las cuales los más emblemáticos son los Santuarios de Punta Corral (Tumbaya) y del Abra de Punta Corral (Tilcara). La celebración para las imágenes de la Virgen de Copacabana en ambos santuarios tiene ocasión durante la Semana Santa y sobre ellas ya me he explayado en otras entradas de este Blog (Peregrinación en lo alto del mundo Parte I y II).

Retomando la Virgen de la Candelaria, ella es la patrona de la prelatura de Humahuaca [3] creada en 1969 por el papa Pablo VI. Su santuario, ubicado frente a la plaza principal de la ciudad, fue declarado monumento histórico nacional en 1942. La fiesta patronal es el 2 de febrero, pero los preparativos de la fiesta empiezan en enero y culminan una semana después de la procesión principal.

Así lo relata detalladamente la licenciada Josefa Santander en su libro:

Preparativos y vísperas

 En 1962 (el año en el que se documentó esta festividad) a raíz de haberse instalado en Humahuaca un número considerable de familias bolivianas, la ornamentación de los arcos fue realizada con aguayos y platería que ellas ofrecieron para ese fin, siguiendo la costumbre de su país.

La fiesta comienza con un saludo del pueblo a su “Celestial Reina y Madre”. Esto tiene lugar el día 23 de enero, cuando a través de la ceremonia de la «Bajada de la Virgen», se desciende la imagen desde su sitial en el altar mayor hasta el lugar donde permanecerá durante sus festividades. Para ello, se nombran con anticipación comisiones de vecinos, que tienen el privilegio de descender a la «Mamita»[1]. De la misma forma se procederá el «Día de la subida», al terminar la octava. El día de la «Bajada» y a puertas cerradas un grupo de señoras se encarga de vestirla con los atavíos que lucirá en las fiestas patronales.

El día 24, dedicado a las Cofradías de Ntra. Sra. de La Candelaria y San Antonio de Padua, se inician las novenas, misas y ceremonias. Luego se suceden, el día 25, misa y novena de Acción Católica; el día 26, dedicado a los difuntos socios de la Cofradía y el día 27, al apostolado de la oración y demás asociaciones parroquiales. El día 28 está dedicado a los distritos de Uquía, Calete, Ocumazo, San Roque y Sta. Rosa.  El día 29, corresponde a los distritos de Coctaca, Rodero, Baliazo y Pucara; el día 30, a Coraya, Ovara, Hornaditas, Chorrillos y La Banda y el día 31, a Iturbe, La Cueva, Pueblo Viejo, Tres Cruces y El Aguilar.

Cuatro o cinco días antes de »Vísperas» van llegando los peregrinos. Es muy común que se agoten las comodidades de alojamiento. También arriban comerciantes que instalan una feria de comidas, productos regionales, etc. Al llegar, todos visitan la Iglesia obsequian a la Virgen con cirios, ramos de flores y «milagros» –que son ex-votos generalmente trabajados en plata. Un clima de fiesta irrumpe en la natural calma de Humahuaca.

El 1º de febrero, día de «Vísperas», arriba a la localidad la banda provincial de música, que viene expresamente desde Jujuy. Durante la mañana se van desarrollando diversas ceremonias de carácter litúrgico y al mediodía se estremece el ambiente con el repique de las campanas del cabildo y con bombas de estruendo. Como todos los días, cuando el reloj de la torre del cabildo marca las doce aparece la figura de San Francisco Solano, quien accionado por el reloj imparte la bendición al pueblo. Llegada la noche, se reza el último día de la novena dando comienzo así a las vísperas solemnes. […] La plaza a pesar del frío intenso, sirve a manera de recinto que congrega a todos. La silueta de la imagen de La Candelaria, en el centro del altar, resplandece rodeada de cirios. Apenas se percibe un murmullo de rezos que siguen. Entre mantas y ponchos de colores, sombreros alones, faldas brillantes, guaguas quepidas, y guaguas apoyadas en la madre.

Hombres y mujeres de rostros cetrinos y magros, parecen sombras circulando por esas callejas. Este cuadro consigue animarse cuando al finalizar la parte ceremonial, allí en la plaza Sgto. Gómez, se realiza una quema de fuegos artificiales y luego, exactamente a la medianoche, se cumple con «El tradicional baile del torito«.

El «torito» listo para adorar a la Virgen de la Candelaria en Humahuaca (J. Santander, 1970)

Este baile, danza ritual, consiste en la salida de un torito cuyo armazón es llevado por un hombre que es promesante «Es el muchacho de Cari», exclama la gente «Adora muy bien con el torito». Desde hace varios años, este torito que consiste en un esqueleto de madera recubierto con lona encalada, es preparado para las fiestas patronales por la señora Modesta Lizárraga de Lerma. Tiene que ser siempre un toro blanco, porque como corre de noche necesita destacarse. Lleva en los ojos dos linternas encendidas y el cuerpo recubierto de cohetes chinos, que pacientemente une la artesana hasta formar una tira de quince metros, que cose al torito utilizando las agujas llamadas de colchonero, y dando las puntadas cada veinte centímetros. Después cada treinta centímetros más o menos, coloca un buscapié. Es necesario hacer esa unión de todos los cohetes para que se produzca la explosión en cadena. El promesante conduce al torito sobre sus hombros y sobre la espalda, camina agachado y sujeta el armazón con las manos, de ma­nera que puede hacer toda clase de movimientos. Sale de la casa de la familia Lerma y se dirige a la iglesia, en cuyo portal hace una especie de genuflexiones que llama «de adoración a La Candelaria». Allí, una persona de la familia enciende la mecha que cuelga de la cabeza del torito, de manera que el fuego se extiende por todos los cohetes. Mientras esto ocurre, el torito da unas vueltas por la plaza haciendo como si atacara sobre todo a los turistas, en medio de las exclamaciones de la concurrencia y la algarabía de los niños. Terminado de chisporretear el fuego, el torito regresa a la casa desprovisto de la mágica carga de cohetes y con la seguridad de que ha sido el mayor atractivo de las Vísperas.

Por una promesa que el señor Damaceno Armella Lizárraga hiciera a la Virgen, el torito se preparaba en casa de su familia. Este señor se trasladaba todos los años desde Cieneguillas hasta Humahuaca con ese fin. Luego de su fallecimiento, siguió cumpliendo esa tarea su hermana la sra. Modesta Lizárraga de Lerma, que ya citamos. No se conoce la fecha o la época en que comenzó esta adoración con el torito, pero sí se sabe que antiguamente el «pasante» se encargaba de esto, es decir lo armaba la familia que costeaba y «pasaba» la fiesta. Entre los más antiguos que se recuerdan están Don Antenor Miranda y Doña Mará Murga de Limpitay; esta señora era también la dueña de una de las primeras imágenes de la Candelaria. En 1919, Martínez Zubiría ya describió este ritual.[2] La costumbre siguió así por generaciones hasta que la fiesta pasó al pueblo.

Día principal de la fiesta

El día 2 de febrero amanece con salvas de bombas y cohetes y el sonido de las campanas de la iglesia que tañen con intensidad. Las campanas datan de 1641, la más vieja; otra es del año 1806; la más nueva es de 1901 y la más pequeña, no tiene ninguna inscripción que indique su fecha de realización.

La Iglesia de Humahuaca en distintas épocas ( Fotos: www.ciudadhumahuaca.com)

En la calle Buenos Aires, que es la calle de la iglesia, están parados junto a las paredes o en cuclillas formando sus grupos los campesinos. Muchos permanecen en el atrio, otros entran en la iglesia y todos lucen sus prendas domingueras, pero más exacto es decir, que todos estrenan algo. Los vestidos de las mujeres son de colorido brillante: rojo, azul, verde… Batas floreadas, mantas o ponchos en colores contrastantes. Ya antes de llegar al atrio las mujeres se quitan el sombrero y cubren la cabeza con la manta o con un pañuelo. Pueden verse como nunca los peinados de trenzas, con sus moños de cinta o sus tulmas. Los hombres llevan el traje común a veces confeccionado en tela barracán.

Desde temprano se realizan misas y a las 8 hs es la misa con la «bendición de candelas» seguida de una breve procesión en torno a la plazoleta. Estas candelas son reservadas únicamente para encenderse en el caso de las grandes tormentas o para hacer peticiones especiales a la Virgen. Durante la mañana hay una serie de ceremonias protocolares, entre ellas la de recepción de las autoridades que se trasladaron especialmente desde la Capital de la Provincia. A las 10.30 se inicia la misa solemne de la que participan las autoridades y en la que interviene el coro parroquial que entona el Himno a la Sma. Virgen de la Candelaria[3].

La iglesia y la imagen están engalanadas especialmente para ese día. La Candelaria se coloca en un sitio preferentemente a la derecha del altar y tiene como marco un cortinado rojo en el que se lee la inscripción “Ave María” con letras plateadas. Además está rodeada de un arco con once luces, en las que se intercalan una guirnalda de margaritas blancas artificiales. La adornan también macizos de gladiolos, margaritas y rosas en color blanco.

El traslado de otras imágenes a modo de promesa u ofrenda, es frecuente. Cuatro grupos bajaron de los cerros esa mañana transportando a San Ramón, a Santiago, a San Juan y a la Candelaria acompañados con bombo, caja, algunos con bandera, otros con estandartes, conducidos indistintamente por mujeres u hombres. Con fervor las depositan en el templo y les encienden velas. Es un homenaje más, para acompañar a la Virgen con los «santos de ellos».

Al mediodía es común que una gran cantidad de público se reúna en las cecinas de la feria popular. La Comisión prepara un almuerzo para agasajar a las autoridades, el que se lleva a cabo en el club social, o en el salón de actos de la escuela provincial.

A las 15 hs se realizan “confirmaciones”. A las 16, siguiendo los programas, se realiza la procesión solemne del Pueblo de Humahuaca con la imagen Milagrosa de Ntra. Sra. de la Candelaria. Dicha procesión parte de la iglesia y recorre las calles Buenos Aires, Catamarca, Avda. Belgrano, San Luis, retornando al templo. En algunas de esas calles, se han armado arcos con ramas, flores y frutos. La procesión está encabezada por la Cruz procesional; a continuación, se ubican filas de niños; luego, en ese orden, el estandarte del Sagrado Corazón, el estandarte de la Candelaria, la imagen de San Antonio patrono del pueblo de Humahuaca y, por último, la imagen de la Candelaria que es llevada en andas por vecinos. La secundan dos bandas de sikuris, perfectamente alineadas que van con tambor al frente. Cierran la procesión los santitos transportados en urnas por sus dueños.

Durante el trayecto se hacen disparos de bombas y cohetes. Las campanas de la iglesia repican sin cesar. Muchos vecinos arrojan flores al paso de la Virgen o mistura, que así se llama al papel picado. Se hacen descansos en las posas, que son mesas cubiertas con una carpeta o con un mantel blanco y que se colocan unas en esquina y otras en el centro de la calzada. En ellas se apoya la Virgen y la concurrencia reza. Al regreso todos pretenden tocar el manto o besar la imagen. La depositan en el pedestal. Los ex votos de ese día están prendidos en el manto, lo mismo que el dinero que se ha ofrendado, a pesar de la alcancía colocada a la vista. El arrojar a la imagen pétalos de flores presupone que ella los bendecirá. Por ello, terminada la procesión, todos se apresuran a recoger del suelo flores y pétalos que utilizarán para tomar infusiones en caso de enfermedad, lo mismo ocurre con las ramas de los arcos. La cinta con la medida de la Virgen también se conserva. Por la tarde, se realizan en la Avda. Belgrano juegos infantiles y carreras de sortijas.

El fin de la fiesta.

Así como la fiesta comienza con la bajada de la Virgen diez días antes del 2 de febrero, termina a los ocho días, es decir con la octava, tal como se practica desde la Edad Media. Durante la semana siguiente se suceden ceremonias y fiestas de menor importancia. El día 3, por ejemplo, se ofrece una misa en honor a San Blas, destinada a pedir la protección ante el mal de garganta. El 4, al amanecer, se escuchan grandes estruendos de bombas que anuncian la llegada de promesantes, quienes traen desde los cerros otra imagen de la Candelaria, acompañados por la banda de sikuris, dirigida por Liborio Soruko. El promesante Don Leonardo Martínez, juntamente con otros familiares conducen la urna. Al llegar al templo, ingresan mientras que la banda musical queda afuera. Terminada la misa cantada salen con la imagen en procesión alrededor de la plaza, ahora sí acompañados por la banda de sikuris. Continúan repitiéndose los disparos de bombas. Regresan al templo y una vez depositada la imagen sale la banda en dirección a la casa de Martínez, donde habrá una fiesta. Misa, banda, bombas y fiestas son pagados por el «misante». La noche previa a traerlo al pueblo, han estado «velando al santo», quien recibe limosnas y donaciones de los vecinos que lo acompañan. Con el dinero recolectado suelen comprarse especialmente bebidas y otros elementos para festejarlo. Durante el día 4, a las 19.30 hs, un nuevo grupo encabezado por otra banda de sikuris conformada por hombres de todas las edades y por niños, se dirige con su ofrenda. Los promesantes llevan candelas hermosamente de­coradas.

Terminando la fiesta patronal, van emprendiendo el regreso a sus distritos y provincias muchos de los viajeros y peregrinos. El 9 de febrero es el día señalado para cumplir con la «subida» de la imagen de la Candelaria a su trono, que se hace después de una misa y procesión a las 10 de la mañana. Este es un acto muy emotivo, pues entre rezos y cánticos se despide a la “mamita” con lágrimas.»

Tradiciones, leyendas y milagros de la Virgen de la Candelaria en Humahuaca

 La Sra. Anita Machicado de Aramayo de 80 años de edad, oriunda de Humahuaca escuchó contar hace muchos años a la Sra. Gregoria Uro lo siguiente: «La ubicación del pueblo era arriba en «El Churcal», del otro lado del ferrocarril, lo que se conoce con el nombre de Pueblo Viejo. Donde hoy está el pueblo había una laguna, tal vez una ciénaga y allí apareció la Virgen sobre unas astas de vaca». La Sra. de Aramayo cuenta además que, cuando hace unos veinte años (hacia 1940) se sintieron temblores todos creían que Humahuaca iba a desaparecer por hallarse levantada sobre lo que fue una laguna. Ella alcanzó a conocer la Capilla de Santa Bárbara, ya muy derruida y que fue la primera iglesia del lugar y presenció cuando desplazaron la torre hoy conocida con el nombre de mirador de Belgrano, que la corrieron para dar espacio al Monumento de la Independencia.

Antigua imagen de Humahuaca.

 Don Crecencio Reynaga, natural de Humahuaca de 49 años es carpintero; trabaja en la conservación de monumentos y edificios fiscales. Su abuela Doña Atanasia Silisqui, que murió a los 108 años le contaba: «Esta zona era un ciénego, el pueblo era arriba, donde está actualmente el cementerio. La Virgen apareció en el ciénego, sobre unas astas de vaca que se transformaron en la medialuna que hoy tiene. De allí llevaron la imagen arriba, al pueblo, pero la Virgen volvía a bajar al lugar donde apareciese. Por eso levantaron en ese sitio la iglesia de La Candelaria y el ciénego se secó». Esta leyenda a su vez era narrada por la bisabuela del informante. Dña. Paula Dorado, que tuvo activa participación en la batalla de Santa Bárbara, hecho ocurrido el 1º de setiembre de 1837.


[1] Forma tradicional local de llamar a la Virgen

[2] Martínez Zubiría escribió en 1919: «Yo he visto un indio disfrazado de toro hacer las delicias de los fieles agolpados a la puerta de la iglesia. Iba metido en un armazón de cuero, con dos aspas inquietantes y cubierto de cohetes. Era de noche y daba vueltas a la plazuela inflamado como un bólido atrepellando a los que hallaba en su camino».

[3] Patrona de la prelatura de Humahuaca. La prelatura territorial de Humahuaca (en latín: Praelatura Territorialis Humahuacensis) es una jurisdicción eclesiástica de la Iglesia católica en Argentina, que depende de la arquidiócesis de Salta. Esa diócesis comprende seis departamentos de la provincia de Jujuy: Cochinoca, Humahuaca, Rinconada, Santa Catalina, Susques, y Yavi mientras que en la provincia de Salta toma Iruya (excepto el municipio de Isla de Cañas) y Santa Victoria (excepto el municipio de Los Toldos). La sede prelaticia es la ciudad de Humahuaca, en donde se encuentra la catedral de Nuestra Señora de la Candelaria y San Antonio. El territorio está subdividido en 12 parroquias. El patrono del pueblo de Humahuaca es San Antonio.

Boceto para la tapa del libro – Ofelia Bertolotto.

Fuentes y referencias

Koas para la Pacha

En agosto durante las celebraciones en honor a la Pachamama, así como en otros rituales agrícolas y ceremonias en la zona andina de Bolivia, Argentina y Chile, es imprescindible la presencia de la “koa”, una planta nativa emblemática.

sahumerio con carbones y koa

Sahumerio, carbones y ramitas de koa durante la ceremonia a la Pachamama en Humahuaca (veromendo, 2016)

Investigando sobre su origen y propiedades pude saber que, en realidad, son varios los arbustos resinosos aromáticos que se reúnen bajo el nombre de “koa” u otras denominaciones vernáculas, integrando familias botánicas diferentes (1).

A su vez, la palabra “koa” significa “lo que se transforma en otra cosa” (2). Por ello, la acción de “koar”, es decir, quemar estas plantas de manera ceremonial y sahumar, representa un acto de limpieza, de curación o un medio para elevar los pedidos y agradecimientos a las divinidades y a los ancestros. El humo entonces, es el vehículo que ejerce la capacidad de comunicar y unir los diversos mundos en la cosmovisión andina. El poder simbólico está contenido en el nombre: “koa” (o en sus otras nominaciones) y no necesariamente en la especie botánica involucrada que, si bien es importante, puede ser reemplazada (3).

Cada pueblo, un ritual, un nombre

Una completa descripción de las koas fue publicada en los trabajos de Carolina Villagrán y Victoria Castro, donde sus usos están minuciosamente explicados y discriminados por zonas y poblados de las regiones del norte de Chile. Según esas investigaciones, la koa, koba, o wirakoa es considerada la planta ceremonial más importante de los Andes que, tanto en la zona más septentrional de Chile como en el sur de Bolivia se identifica con el arbusto de Diplostephium cinereum, abundante entre los 3500 y 4500 m de altitud en los Andes. La planta se recolecta, se pica, se seca y después se quema sin que prenda en llamas, de manera similar a como en Mesoamérica se utiliza el copal. Con ella se sahuman los animales durante la “señalada”, como forma de asegurar su fecundidad y su multiplicación. También se la utiliza en la ceremonia de “huilancha” ofrecida a la Pachamama, los mallkus o los santos, en retribución por los favores de fertilidad para el campo y el ganado. Asimismo se emplea para rituales de limpieza de la casa, para inaugurar un techamiento e incluso, para curarse de algún “mal” (1, 2).

D. cinereum vs P. quadrangularis vs F. bryoides

Algo más al sur, en la región chilena de Antofagasta, comienzan a utilizarse otros dos arbustos resinosos: Fabiana squamata y Fabiana bryoides, pertenecientes a la familia de las Solanáceas. Allí, estas especies son llamadas k’oa, koba, koba Santiago, illakowa, koille, entre otros nombres. También se encuentran presentes aunque con menor abundancia, en los tolares del sur de Bolivia y norte de Argentina a la misma latitud. Allí también, su uso está relacionado con el sahumado del ganado, limpieza de canales de riego o acequias y como una costumbre para la suerte. Algunas diferencias en el ceremonial se observan en las diversas poblaciones, aun encontrándose muy cercanas entre sí, remarcando lo local y lo familiar en la tradición. Por ejemplo, se pueden quemar junto con llareta (Azorella compacta) o con wiracoba (D. cinereum) traída de más al norte; el procedimiento puede hacerse en un plato o en un “kobero”, sahumador de cerámica confeccionado para tal propósito.

Desde tiempos antiguos, algunas regiones han funcionado como ruta de enlace entre territorios andinos. Allí, el constante intercambio de tradiciones culturales ha promovido el uso concomitante de las variedades botánicas endémicas y de las especies “importadas” desde otras regiones. Tal es el caso del territorio de Pica-Collahuasi-Ollagüe, en Chile, donde se utilizan Diplostephium cinereum, a la usanza del extremo norte de Chile y sur de Bolivia, Fabiana squamata (aquí llamada tara macho) característica de áreas más sureñas y la resinosa local Parastrephia teretiuscula (“tara koba”) (1, 2).

En la Quebrada y la Puna jujeñas, según Bugallo & Vilca, la koa o koba destinada a quemarse es Parastrephia quadrangularis, cuyo aroma queda asociado a los momentos de ceremonias en que se “da de comer” a la Pachamama. Asimismo, al traer alimentos de otras regiones, los mismos son “chayados” y sahumados con esta planta, en un ritual destinado a conservar su “ánimu” –sus propiedades– y con el deseo de que duren más. Con fines curativos, relatan que “los olores de las plantas que se sahuman entran en el cuerpo” y “crean el ambiente de curación” (4).

P. quadrangularis Ref.7 pag151

Parastrephia quadrangularis (Ref. 9, pp. 151).

Por otra parte, Ivana Jofré Luna aporta su análisis sobre los rituales en Antofalla (Catamarca), donde se usa la misma especie botánica, que aquí recibe el nombre de “chachaco’a”, para la señalada, para las ceremonias para la Pachamama y durante otros rituales agrícolas. En ocasión de estar en falta, la planta puede ser reemplazada por especies lugareñas, como “pata de perdiz” (Fabiana bryoides [Phil]) o “lejía” (Baccharis incarum [Wedd.]) (3). Volviendo al territorio chileno, en el área del Salar de Atacama las funciones de la koa también son identificadas con Parastrephia quadrangularis, llamada vulgarmente chacha, chacha hembra (2).

En la zona de Potosí, Bolivia, se describe que terminada la construcción de una casa se realiza una ceremonia en la que se utiliza la “q’uwa” como planta ceremonial para sahumar, aunque no se especifica a qué especie botánica corresponde (5).

Db de Koas Chile Arg

Distribución de las diferentes especies de «koa» en Chile y Argentina en base a las fuentes consultadas (Mapa base: Google Earth)

Todos los nombres, la koa

Una misma especie botánica que crece en diferentes ámbitos geográficos puede ser conocida mediante dos o más nombres vernáculos, ya sea por influencia de los distintos idiomas que confluyen en una misma región o porque la tradición oral ha ido transformando esos nombres. Se revaloriza así su importancia lingüística y cultural (6, 7). Por otra parte, un mismo nombre vulgar puede ser utilizado para referirse a especies botánicas diferentes que, por el simple hecho de ser elegidas para participar de los rituales, transmutan en “koa” (1, 2).

De esta manera koa, khoa, ko’a, koba, koba hembra, koya hembra, wirakoa, huira-koa, k’oa, koba, koba Santiago, koa Santiago, orqokipa, orqo kipat’ula, qoba, illakowa, koille, koba macho, tara macho, tara koba chacha, tola, pulika, chacha, chacha hembra, chacha chica, chacha fina, chachakoa, koa macho, chakatola, chachaco’a, tola de río, tola vaca, tola cebosa, tola kobatola, kulkut’ula; kobatola, kulkut’ula, chacha macho, chacha pelada, tola, koba del zorro, koya macho, koya, kolla, koba, biscular, q’uwa son algunos de los nombres vernáculos recopilados a partir de las diferentes fuentes consultadas para este artículo.

Por su parte las especies botánicas asociadas a estas denominaciones corresponden a Diplostephium cinereum, Fabiana squamata, Fabiana bryoides, Parastrephia quadrangularis (Parastrephia lepidophylla), Parastrephia teretiuscula, Baccharis incarum, Plazia daphnoides.

  • Diplostephium cinereum: koa, koba, koba hembra, wirakoa.
D. cinereum - Cristián Estades

D. cinereum (por Cristián Estades, GEP, Chile)

Es un arbusto resinoso y aromático, perteneciente a la familia de las Asteráceas. Su nombre botánico –diploos, doble y stephan, corona– refiere a los vilanos en doble hilera que persisten en los aquenios o frutos, y cinereum, del latín cinereus, gris-ceniza, hace referencia al color característico de sus hojas tomentosas. Las inflorescencias son en capítulo, con flores marginales liguladas, femeninas, blancas mientras que las flores centrales son tubulosas y hermafroditas (8). El género comprende cerca de 90 especies, todas nativas de los Andes desde Colombia hasta el N de Chile en la denominada transición tolar-pajonal, y para el altiplano boliviano, en la zona vegetacional de Puna Seca. Esta especie fue observada en el piso puneño, creciendo conjuntamente con Parastrephia quadrangularis, Baccharis tola, Fabiana ramulosa, gramíneas, entre otros arbustos (9, 10).

  • Parastrephia quadrangularis (Meyen) Cabrera: chacha, chacha hembra, chacha chica, tola, pulika, coba, tola de río, tola vaca, tola cebosa.
P. quadrangularis por Lucas Burchard Señoret-Flickr-

Parastrephia quadrangularis por Lucas Burchard Señoret (Flickr).

El nombre específico de este arbusto resinoso, perenne y nativo, significa “cuadrangular” y alude probablemente al aspecto que muestran sus ramas debido a la disposición de sus hojas. Variando desde 20 cm a 1,5 m de altura, sus ramas se disponen de forma densa y laxa, algo rastrera. Las hojas imbricadas, muy apretadas al tallo, presentan una nervadura central y la cara inferior tomentosa. Ofrece flores tubulares amarillo-anaranjadas. Es una especie representativa del piso altoandino de Chile, por sobre los 4000 msnm, asociada con Azorella compacta (llareta) entre otras. En Argentina, se la encuentra desde Jujuy hasta San Juan, entre los 3000 y los 4700 msnm, en formaciones arbustales y en vegas de la Puna. Se la utiliza como medicinal, como leña y forraje. También tiene propiedades tintóreas en la gama de los verdes y amarillos (9, 11, 12). Esta especie presenta una morfología similar a Parastrephia lepidophylla, aunque esta última mostraría un crecimiento mucho más erecto y ramas más delgadas. Dado que comparten el hábitat, pueden ser confundidas (9, 11). En algunas referencias se citan como dos denominaciones de una misma variedad (13).

  • Parastrephia teretiuscula (Kuntze) Cabrera: tola kobatola, kulkut’ula, kobatola, kulkut’ula, chacha macho, chacha pelada, tola, koba del zorro
P. teretiuscula Ref.7 pag152-

Parastrephia teretiuscula [Ref. (9), pp. 151].

Es un arbusto pequeño (familia de las Asteráceas) forma parte de los tolares en torno a los 3800 m de altitud, integrado a las comunidades del llamado piso puneño. Las ramas son verde-amarillentas y presentan una lanosidad blanquecina en el tallo, donde las hojas se disponen. Forma comunidades arbustivas junto con especies de Fabiana, Baccharis y Junellia, entre otras. Es considerada planta medicinal y también es utilizada para leña (9, 11).

  • Fabiana squamata Phil.: qoba, koba, santiago koba, koba santiago, koa, orqokipa, orqo kipat’ula
F. squamata por S. Teillier-

Fabiana squamata por S. Teillier [Ref. (16), pp. 20]

En un arbusto pequeño, de resina fragante perteneciente a la familia de las Solanáceas. Mide aprox. 30 cm de alto. Se caracteriza por presentar hojitas muy pequeñas, imbricadas, que semejan escamas dispuestas en torno al tallo y lo recubren en distintos grados, otorgándole un tono verde claro-amarillento. Es endémica del norte de Chile, habitando en determinados sectores de la puna por sobre los 3400 m de altitud, integrándose de esta manera, a los pisos: puneño y altoandino (9) donde coexiste con Baccharis tola, Azorella compacta, Parastrephia quadrangularis, entre otras (11).

  • Fabiana bryoides Phil.: k’oa, k’oa Santiago, oreja, oreja de ratón, pata de loro, pata de perdiz, leña de lagarto
F. bryoides Ref. 9 pp. 231

Fabiana bryoides [Ref. (11), pp. 231]

Es un arbusto resinoso de unos 40 a 70 cm de alto, con tallos densamente poblados de hojas, perennes, sésiles, glabras. Las inflorescencias son terminales y solitarias con flores tubulares que van del blanco, amarillento al azulado-violáceo. Se la usa como leña y como planta que acompaña los rituales de las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo, en Chile, y también en el noroeste de Argentina. Se ubica en ambientes altoandinos y puneños, entre los 2900 m y los 4900 m de altitud. Crece protegida por las rocas en laderas secas, arenosas, rocosas; se la ha observado creciendo en salares por lo que es considerada resistente a los suelos muy salinos. Junto con Parastrephia quadrangularis son plantas típicas del altiplano de Antofagasta y Atacama (3, 11, 14, 15, 16).

  • Baccharis incarum ó Baccharis tola Phil ó Baccharis lejia Phil.: ñakat’ula, ñakat’ola, tola, lejía, ñacatula, tola lejía, baila bien

El género Baccharis (Asteráceas) tiene alrededor de 400 especies exclusivamente americanas, presentes desde el centro-sur de los Estados Unidos hasta Tierra del Fuego, y sólo en la Argentina se han relevado 99. Baccharis deriva de Baco, dios de la vendimia y el vino en la mitología romana, probablemente en relación con las propiedades aromáticas de la raíz del vegetal. En la Puna el nombre “tola” se utiliza para designar indistintamente a varias especies de arbustos de morfología similar (12).

Baccharis tola por Mauricio Mercadante Flickr-

Baccharis tola por Mauricio Mercadante (Flickr)

Baccharis tola es un arbusto resinoso de 30 a 75 cm de altura, con ramas redondeadas, resinosas, con hojas densamente distribuidas dispuestas hasta el ápice, que suelen tener un aspecto lustroso debido a la presencia de resina que las recubren. Florece en forma abundante durante el verano, con flores blancas reunidas en capítulos. En la zona andina Argentina se encuentra presente hasta Mendoza, entre los 2200 y 4500 msnm, muy abundante en arbustales de suelos arenosos y pedregosos de la Puna jujeña. Se la utiliza localmente por sus propiedades medicinales, como combustible y forraje. Se han descripto dos subespecies: Baccharis tola Phil. ssp. tola y Baccharis tola Phil. ssp. altiplanicola F.H. Hellwig (9, 11, 12).

  • Plazia daphnoides Weddel: koya macho, koya, kolla, koba, biscular

Plazia daphnoides es una especie llamada koya macho, que coexiste en su habitat con la koa ceremonial Diplostephium cinereum y, aunque no reviste características resinosas (2, 7) se incluyó en esta descripción puesto que los nombres vulgares que recibe coinciden con algunos de los consignados para otras especies.

El género Plazia (Asteráceas) fue descripto por los botánicos españoles Hipólito Ruiz López y José Antonio Pavón a fines del 1700. Su nombre fue elegido en homenaje a Juan Plaza, médico y profesor de botánica español que creó uno de los primeros jardines de plantas medicinales en la Universidad de Valencia. El nombre específico significa “similar a Daphne”, quizás por presentar algún parecido con las plantas europeas del género homónimo, parecidas al laurel.

Plazia daphnoides es un arbusto de entre 0,5 – 1 m de altura, con ramas jóvenes densamente pobladas de hojas enteras, pubescentes en ambas caras y ramas viejas que carecen de hojas, mostrando cicatrices donde las mismas estuvieron insertas. Las bellas inflorescencias en capítulos solitarios sésiles, aparecen en los ápices de las ramas, con involucro acampanado. Sus flores, hermafroditas, presentan dimorfismo: las marginales son bilabiadas mientras que las centrales son pentalobuladas (17). Su color es blanco-liláceo y poseen un suave perfume (9, 12, 18). Son tres las especies endémicas de la zona andina de Sudamérica, pero en Argentina habita sólo ésta, en las provincias de Jujuy, Salta, San Juan y Mendoza, entre los 2500 y los 4500 msnm. Sus ramas son utilizadas como agujas para tejer y puscas para hilar. Sirve como tinte natural amarillo-verdoso y como forrajera (12). En algunas zonas se observan pocos ejemplares, indicando quizás un problema de conservación (9).

© veromendo, 2017.

Referencias

 (1) Villagrán, C.; Castro, V.; Sánchez, G.; Romo, M.; Latorre, C. e Hinojosa, L.F. La tradición surandina del desierto: Etnobotánica del área del Salar de Atacama (Provincia de El Loa, Región de Antofagasta, Chile). Estudios Atacameños, 1998, (16), pp 7-105: http://revistas.ucn.cl/index.php/estudios-atacamenos/article/view/474/457

(2) Villagrán, C; Castro, V. Ciencia indígena de los Andes del norte de Chile; Editorial Universitaria: Santiago de Chile, 2003, pp. 108-115: https://books.google.com.ar/books?id=n_nKYskOgDQC&dq=koa+planta&hl=es&source=gbs_navlinks_s

(3) Jofré Luna, I. C. Humito que se va pa’l cerro. Problematizaciones sobre la arquebotánica a partir de un caso de estudio en la Puna catamarqueña, República Argentina. Arqueología Suramericana / Arqueología Sul-Americana, 2013, 6, (1,2), 11-28.

(4) Bugallo L. y Vilca, M. Cuidando el ánimu: salud y enfermedad en el mundo andino (puna y quebrada de jujuy, argentina). Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2011. [En línea] en: https://nuevomundo.revues.org/61781

(5) Castro, V. La oralidad y su importancia en la transmisión de técnicas y valores. II Taller de Artífices del Barro (UNESCO), Tlaxcala, México. Septiembre Ponencia: https://www.academia.edu/5696773/La_oralidad_y_su_importancia_en_la_transmisi%C3%B3n_de_t%C3%A9cnicas_y_valores

(6) Vignale N. D.; Gurni, A. A. Avances sobre plantas medicinales andinas. Cap. 4: Parámetros micrográficos para identificar doce especies medicinales andinas de Asteraceae de la Provincia de Jujuy, Argentina. Vignale Nilda Dora y Pochettino María Lelia (Eds.): San Salvador de Jujuy, 2009, pp. 137-141.

(7) Villagrán, C., Romo, M. y Castro, V. Etnobotánica del Sur de los Andes de la Primera Región de Chile: Un enlace entre las culturas altiplánicas y de las quebradas altas del Loa Superior. Chungara. Revista de Antropología Chilena, 2003, 35 (1). pp. 73-124.

(8) Ficha de cinereum. Laboratorio de Geomática y Ecología del Paisaje (GEP) de la Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile: http://www.gep.uchile.cl/Biodiversidad/fichas_especies/plantae/arbustos/Diplostephium_cinereum/index.html

(9) Trivelly, M. A. y Valdivia, V. Alcances sobre flora y vegetación de la Cordillera de los Andes. Región de Arica y Parinacota. Región de Tapacará. 2º Ed. Ministerio de Agricultura. Servicio Agrícola y Ganadero: Santiago de Chile. 2009, pp. 112-154: https://issuu.com/terranoide/docs/alcances_sobre_flora_y_vegetaci__n_

(10) Muñoz-Schick, M.; Moreira-Muñoz, A. y Moreira Espinoza, S. Significado de los géneros de plantas chilenas. Gayana Bot. 2012, 69 (2), pp. 309-359.

(11) Trivelly, M. A. y Huerta, J. A. Alcances sobre flora y vegetación de la Cordillera de los Andes. Región de Antofagasta. 1º Ed. Ministerio de Agricultura. Servicio Agrícola y Ganadero: Santiago de Chile. 2014, pp 231-237; 272-278: http://www.sag.gob.cl/sites/default/files/libro_sobre_flora.pdf

(12) Szumik, C.; Molina, A.; Rajmil, J.; Aagesen, L.; Correa, C.; Pereyra, V. V.; Scrocchi, G. J.. El maravilloso mundo de los animales y plantas de la Puna. Alfarcito, Laguna de Guayatayoc, Jujuy, Argentina. Serie Conservación de la Naturaleza, 22. Fundación Miguel Lillo: Tucumán, Argentina, 2016, pp. 105-167.

(13) a) Sistema de Información de Biodiversidad en https://www.sib.gov.ar/ficha/PLANTAE*parastrephia*quadrangularis ; b) Cajal, J.L., García Fernández, J. y R. Tecchi (Eds.). Bases para la conservación y manejo de la Puna y Cordillera Frontal de Argentina. El rol de las Reservas de la Biosfera, FUCEMA/UNESCO, Uruguay: 1998.

(14) Flora Argentina (Plantas Vasculares de la República Argentina): http://www.floraargentina.edu.ar/detalleespecie.asp?forma=&variedad=&subespecie=&especie=bryoides&espcod=4472&genero=Fabiana&autor=2&deDonde=4

(15) Aguirre, M. G.; Rodríguez Criado, M. F. Experimentación con especies leñosas de la Puna Meridional de Argentina. Aportes a los estudios antracológicos. Comechingonia Virtual: Revista Electrónica de Arqueología. 2013, 17 (2), pp. 255-274.

(16) Alaria, A. y Peralta, I. Las especies de Fabiana Ruiz & Pav. (Solanaceae) que crecen en Chile Chloris Chilensis, 2013, 16 (1), pp. 1-24: http://www.chlorischile.cl/

(17) a) Plazia daphnoides en floraargentina.edu.ar : http://www.floraargentina.edu.ar/detalleespecie.asp?forma=&variedad=&subespecie=&especie=daphnoides&espcod=17376&genero=Plazia&autor=196&deDonde=0&letra=Plazia b) Ficha de antecedentes de especie (2015). Ministerio de Medio Ambiente – Gobierno de Chile: http://www.mma.gob.cl/clasificacionespecies/fichas12proceso/pac/Plazia_daphnoides_12RCE_INICIO.pdf

MÁS BIBLIOGRAFÍA (ACTUALIZACIÓN)

García, M.; Gili, F.; Echeverría, J.; Belmonte, E.; Figueroa, V. K’oa, entidad andina de una planta y otros cuerpos. Una posiblidad interpretativa para ofrendas funerarias en la arqueología de Arica. Chungara Revista de Antropología Chilena. 2018, 50, (4), pp. 537-556. http://chungara.cl/Vols/2018/50-4/003-GARCIA_ET_AL.pdf

1º de Agosto, celebración de la Pachamama en Jujuy en https://chucalezna.wordpress.com/2021/08/01/1o-de-agosto-celebracion-de-la-pachamama-en-jujuy/

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