Texto basado en «La fiesta de la Candelaria. Quebrada de Humahuaca y Puna»
por Lic. Josefa Luisa Santander
La fiesta en honor a la Virgen de la Candelaria tiene origen muy antiguo, tomando su nombre de la fiesta de la Candelaria o de la Luz, iniciada en Oriente, en los primeros tiempos cristianos con el objetivo de reemplazar los festejos paganos que tenían lugar durante el mes de febrero. En esa fiesta de las candelas se celebraba la presentación de Jesús en el templo luego de su nacimiento y la purificación de su madre, María. De aquí deriva la Virgen de la Candelaria como una advocación de la Virgen María. La devoción hacia la Candelaria tuvo origen en Tenerife, islas Canarias, en España, hacia el 1400 dc cuando dos pastores lugareños dijeron encontrar la imagen de dicha advocación mariana a la orilla del mar. Se inició así el culto local, constituyéndose más adelante como patrona de las islas Canarias, con la particularidad de que la imagen tenía tez morena. A América llega por supuesto a través de los conquistadores españoles y también por inmigrantes tenerifeños.
En Bolivia, desde casi fines del siglo XVI, se empieza a destacar la veneración de la Virgen de la Candelaria de Copacabana que, además de ser una imagen también morena, más tarde se convierte en una de las advocaciones con más con influencia y devoción en el NOA, y particularmente en Jujuy. Copacabana es una localidad sita a orillas del famoso lago Titicaca que, en su etimología, significa santuario turquesa (KKopa, piedra azul verdosa o turquesa y KKhapana, santuario). Allí, Tito Yupanqui, descendiente de un cacique incaico, ya convertido al cristianismo, realiza la promesa de esculpir una imagen de la Virgen de la Candelaria como protectora cristiana para los sembrados de dos parcialidades indígenas locales. Según cuenta la tradición, Yupanqui se inspiró en una mujer morena que se presentó a su puerta, sosteniendo un niño con un brazo y una vela en la otra mano. Después de largos peregrinajes por el Alto Perú, esta nueva imagen logra la autorización eclesiástica y retorna a Copabana haciendo su ingreso a la ciudad un día dos de febrero, siendo recibida por numerosos fieles que difundieron su fama. Su santuario ocupó el espacio donde, con anterioridad, estaba locado un sagrado templo incaico, a la usanza de la modalidad española para imponer su religión a los pueblos avasallados.
De esta manera la devoción llega a Jujuy, donde se erigen numerosos santuarios para la Candelaria, por ejemplo en Cochinoca, Cieneguillas, Tumbaya y Humahuaca, así como para su advocación de Copacabana, de las cuales los más emblemáticos son los Santuarios de Punta Corral (Tumbaya) y del Abra de Punta Corral (Tilcara). La celebración para las imágenes de la Virgen de Copacabana en ambos santuarios tiene ocasión durante la Semana Santa y sobre ellas ya me he explayado en otras entradas de este Blog (Peregrinación en lo alto del mundo Parte I y II).
Retomando la Virgen de la Candelaria, ella es la patrona de la prelatura de Humahuaca [3] creada en 1969 por el papa Pablo VI. Su santuario, ubicado frente a la plaza principal de la ciudad, fue declarado monumento histórico nacional en 1942. La fiesta patronal es el 2 de febrero, pero los preparativos de la fiesta empiezan en enero y culminan una semana después de la procesión principal.
Así lo relata detalladamente la licenciada Josefa Santander en su libro:
Preparativos y vísperas
En 1962 (el año en el que se documentó esta festividad) a raíz de haberse instalado en Humahuaca un número considerable de familias bolivianas, la ornamentación de los arcos fue realizada con aguayos y platería que ellas ofrecieron para ese fin, siguiendo la costumbre de su país.
La fiesta comienza con un saludo del pueblo a su “Celestial Reina y Madre”. Esto tiene lugar el día 23 de enero, cuando a través de la ceremonia de la «Bajada de la Virgen», se desciende la imagen desde su sitial en el altar mayor hasta el lugar donde permanecerá durante sus festividades. Para ello, se nombran con anticipación comisiones de vecinos, que tienen el privilegio de descender a la «Mamita»[1]. De la misma forma se procederá el «Día de la subida», al terminar la octava. El día de la «Bajada» y a puertas cerradas un grupo de señoras se encarga de vestirla con los atavíos que lucirá en las fiestas patronales.
El día 24, dedicado a las Cofradías de Ntra. Sra. de La Candelaria y San Antonio de Padua, se inician las novenas, misas y ceremonias. Luego se suceden, el día 25, misa y novena de Acción Católica; el día 26, dedicado a los difuntos socios de la Cofradía y el día 27, al apostolado de la oración y demás asociaciones parroquiales. El día 28 está dedicado a los distritos de Uquía, Calete, Ocumazo, San Roque y Sta. Rosa. El día 29, corresponde a los distritos de Coctaca, Rodero, Baliazo y Pucara; el día 30, a Coraya, Ovara, Hornaditas, Chorrillos y La Banda y el día 31, a Iturbe, La Cueva, Pueblo Viejo, Tres Cruces y El Aguilar.
Cuatro o cinco días antes de »Vísperas» van llegando los peregrinos. Es muy común que se agoten las comodidades de alojamiento. También arriban comerciantes que instalan una feria de comidas, productos regionales, etc. Al llegar, todos visitan la Iglesia obsequian a la Virgen con cirios, ramos de flores y «milagros» –que son ex-votos generalmente trabajados en plata–. Un clima de fiesta irrumpe en la natural calma de Humahuaca.
El 1º de febrero, día de «Vísperas», arriba a la localidad la banda provincial de música, que viene expresamente desde Jujuy. Durante la mañana se van desarrollando diversas ceremonias de carácter litúrgico y al mediodía se estremece el ambiente con el repique de las campanas del cabildo y con bombas de estruendo. Como todos los días, cuando el reloj de la torre del cabildo marca las doce aparece la figura de San Francisco Solano, quien accionado por el reloj imparte la bendición al pueblo. Llegada la noche, se reza el último día de la novena dando comienzo así a las vísperas solemnes. […] La plaza a pesar del frío intenso, sirve a manera de recinto que congrega a todos. La silueta de la imagen de La Candelaria, en el centro del altar, resplandece rodeada de cirios. Apenas se percibe un murmullo de rezos que siguen. Entre mantas y ponchos de colores, sombreros alones, faldas brillantes, guaguas quepidas, y guaguas apoyadas en la madre.
Hombres y mujeres de rostros cetrinos y magros, parecen sombras circulando por esas callejas. Este cuadro consigue animarse cuando al finalizar la parte ceremonial, allí en la plaza Sgto. Gómez, se realiza una quema de fuegos artificiales y luego, exactamente a la medianoche, se cumple con «El tradicional baile del torito«.
Este baile, danza ritual, consiste en la salida de un torito cuyo armazón es llevado por un hombre que es promesante –«Es el muchacho de Cari»–, exclama la gente –«Adora muy bien con el torito»–. Desde hace varios años, este torito que consiste en un esqueleto de madera recubierto con lona encalada, es preparado para las fiestas patronales por la señora Modesta Lizárraga de Lerma. Tiene que ser siempre un toro blanco, porque como corre de noche necesita destacarse. Lleva en los ojos dos linternas encendidas y el cuerpo recubierto de cohetes chinos, que pacientemente une la artesana hasta formar una tira de quince metros, que cose al torito utilizando las agujas llamadas de colchonero, y dando las puntadas cada veinte centímetros. Después cada treinta centímetros más o menos, coloca un buscapié. Es necesario hacer esa unión de todos los cohetes para que se produzca la explosión en cadena. El promesante conduce al torito sobre sus hombros y sobre la espalda, camina agachado y sujeta el armazón con las manos, de manera que puede hacer toda clase de movimientos. Sale de la casa de la familia Lerma y se dirige a la iglesia, en cuyo portal hace una especie de genuflexiones que llama «de adoración a La Candelaria». Allí, una persona de la familia enciende la mecha que cuelga de la cabeza del torito, de manera que el fuego se extiende por todos los cohetes. Mientras esto ocurre, el torito da unas vueltas por la plaza haciendo como si atacara sobre todo a los turistas, en medio de las exclamaciones de la concurrencia y la algarabía de los niños. Terminado de chisporretear el fuego, el torito regresa a la casa desprovisto de la mágica carga de cohetes y con la seguridad de que ha sido el mayor atractivo de las Vísperas.
Por una promesa que el señor Damaceno Armella Lizárraga hiciera a la Virgen, el torito se preparaba en casa de su familia. Este señor se trasladaba todos los años desde Cieneguillas hasta Humahuaca con ese fin. Luego de su fallecimiento, siguió cumpliendo esa tarea su hermana la sra. Modesta Lizárraga de Lerma, que ya citamos. No se conoce la fecha o la época en que comenzó esta adoración con el torito, pero sí se sabe que antiguamente el «pasante» se encargaba de esto, es decir lo armaba la familia que costeaba y «pasaba» la fiesta. Entre los más antiguos que se recuerdan están Don Antenor Miranda y Doña Mará Murga de Limpitay; esta señora era también la dueña de una de las primeras imágenes de la Candelaria. En 1919, Martínez Zubiría ya describió este ritual.[2] La costumbre siguió así por generaciones hasta que la fiesta pasó al pueblo.
Día principal de la fiesta
El día 2 de febrero amanece con salvas de bombas y cohetes y el sonido de las campanas de la iglesia que tañen con intensidad. Las campanas datan de 1641, la más vieja; otra es del año 1806; la más nueva es de 1901 y la más pequeña, no tiene ninguna inscripción que indique su fecha de realización.
En la calle Buenos Aires, que es la calle de la iglesia, están parados junto a las paredes o en cuclillas formando sus grupos los campesinos. Muchos permanecen en el atrio, otros entran en la iglesia y todos lucen sus prendas domingueras, pero más exacto es decir, que todos estrenan algo. Los vestidos de las mujeres son de colorido brillante: rojo, azul, verde… Batas floreadas, mantas o ponchos en colores contrastantes. Ya antes de llegar al atrio las mujeres se quitan el sombrero y cubren la cabeza con la manta o con un pañuelo. Pueden verse como nunca los peinados de trenzas, con sus moños de cinta o sus tulmas. Los hombres llevan el traje común a veces confeccionado en tela barracán.
Desde temprano se realizan misas y a las 8 hs es la misa con la «bendición de candelas» seguida de una breve procesión en torno a la plazoleta. Estas candelas son reservadas únicamente para encenderse en el caso de las grandes tormentas o para hacer peticiones especiales a la Virgen. Durante la mañana hay una serie de ceremonias protocolares, entre ellas la de recepción de las autoridades que se trasladaron especialmente desde la Capital de la Provincia. A las 10.30 se inicia la misa solemne de la que participan las autoridades y en la que interviene el coro parroquial que entona el Himno a la Sma. Virgen de la Candelaria[3].
La iglesia y la imagen están engalanadas especialmente para ese día. La Candelaria se coloca en un sitio preferentemente a la derecha del altar y tiene como marco un cortinado rojo en el que se lee la inscripción “Ave María” con letras plateadas. Además está rodeada de un arco con once luces, en las que se intercalan una guirnalda de margaritas blancas artificiales. La adornan también macizos de gladiolos, margaritas y rosas en color blanco.
El traslado de otras imágenes a modo de promesa u ofrenda, es frecuente. Cuatro grupos bajaron de los cerros esa mañana transportando a San Ramón, a Santiago, a San Juan y a la Candelaria acompañados con bombo, caja, algunos con bandera, otros con estandartes, conducidos indistintamente por mujeres u hombres. Con fervor las depositan en el templo y les encienden velas. Es un homenaje más, para acompañar a la Virgen con los «santos de ellos».
Al mediodía es común que una gran cantidad de público se reúna en las cecinas de la feria popular. La Comisión prepara un almuerzo para agasajar a las autoridades, el que se lleva a cabo en el club social, o en el salón de actos de la escuela provincial.
A las 15 hs se realizan “confirmaciones”. A las 16, siguiendo los programas, se realiza la procesión solemne del Pueblo de Humahuaca con la imagen Milagrosa de Ntra. Sra. de la Candelaria. Dicha procesión parte de la iglesia y recorre las calles Buenos Aires, Catamarca, Avda. Belgrano, San Luis, retornando al templo. En algunas de esas calles, se han armado arcos con ramas, flores y frutos. La procesión está encabezada por la Cruz procesional; a continuación, se ubican filas de niños; luego, en ese orden, el estandarte del Sagrado Corazón, el estandarte de la Candelaria, la imagen de San Antonio –patrono del pueblo de Humahuaca– y, por último, la imagen de la Candelaria que es llevada en andas por vecinos. La secundan dos bandas de sikuris, perfectamente alineadas que van con tambor al frente. Cierran la procesión los santitos transportados en urnas por sus dueños.
Durante el trayecto se hacen disparos de bombas y cohetes. Las campanas de la iglesia repican sin cesar. Muchos vecinos arrojan flores al paso de la Virgen o mistura, que así se llama al papel picado. Se hacen descansos en las posas, que son mesas cubiertas con una carpeta o con un mantel blanco y que se colocan unas en esquina y otras en el centro de la calzada. En ellas se apoya la Virgen y la concurrencia reza. Al regreso todos pretenden tocar el manto o besar la imagen. La depositan en el pedestal. Los ex votos de ese día están prendidos en el manto, lo mismo que el dinero que se ha ofrendado, a pesar de la alcancía colocada a la vista. El arrojar a la imagen pétalos de flores presupone que ella los bendecirá. Por ello, terminada la procesión, todos se apresuran a recoger del suelo flores y pétalos que utilizarán para tomar infusiones en caso de enfermedad, lo mismo ocurre con las ramas de los arcos. La cinta con la medida de la Virgen también se conserva. Por la tarde, se realizan en la Avda. Belgrano juegos infantiles y carreras de sortijas.
El fin de la fiesta.
Así como la fiesta comienza con la bajada de la Virgen diez días antes del 2 de febrero, termina a los ocho días, es decir con la octava, tal como se practica desde la Edad Media. Durante la semana siguiente se suceden ceremonias y fiestas de menor importancia. El día 3, por ejemplo, se ofrece una misa en honor a San Blas, destinada a pedir la protección ante el mal de garganta. El 4, al amanecer, se escuchan grandes estruendos de bombas que anuncian la llegada de promesantes, quienes traen desde los cerros otra imagen de la Candelaria, acompañados por la banda de sikuris, dirigida por Liborio Soruko. El promesante Don Leonardo Martínez, juntamente con otros familiares conducen la urna. Al llegar al templo, ingresan mientras que la banda musical queda afuera. Terminada la misa cantada salen con la imagen en procesión alrededor de la plaza, ahora sí acompañados por la banda de sikuris. Continúan repitiéndose los disparos de bombas. Regresan al templo y una vez depositada la imagen sale la banda en dirección a la casa de Martínez, donde habrá una fiesta. Misa, banda, bombas y fiestas son pagados por el «misante». La noche previa a traerlo al pueblo, han estado «velando al santo», quien recibe limosnas y donaciones de los vecinos que lo acompañan. Con el dinero recolectado suelen comprarse especialmente bebidas y otros elementos para festejarlo. Durante el día 4, a las 19.30 hs, un nuevo grupo encabezado por otra banda de sikuris conformada por hombres de todas las edades y por niños, se dirige con su ofrenda. Los promesantes llevan candelas hermosamente decoradas.
Terminando la fiesta patronal, van emprendiendo el regreso a sus distritos y provincias muchos de los viajeros y peregrinos. El 9 de febrero es el día señalado para cumplir con la «subida» de la imagen de la Candelaria a su trono, que se hace después de una misa y procesión a las 10 de la mañana. Este es un acto muy emotivo, pues entre rezos y cánticos se despide a la “mamita” con lágrimas.»
Tradiciones, leyendas y milagros de la Virgen de la Candelaria en Humahuaca
La Sra. Anita Machicado de Aramayo de 80 años de edad, oriunda de Humahuaca escuchó contar hace muchos años a la Sra. Gregoria Uro lo siguiente: «La ubicación del pueblo era arriba en «El Churcal», del otro lado del ferrocarril, lo que se conoce con el nombre de Pueblo Viejo. Donde hoy está el pueblo había una laguna, tal vez una ciénaga y allí apareció la Virgen sobre unas astas de vaca». La Sra. de Aramayo cuenta además que, cuando hace unos veinte años (hacia 1940) se sintieron temblores todos creían que Humahuaca iba a desaparecer por hallarse levantada sobre lo que fue una laguna. Ella alcanzó a conocer la Capilla de Santa Bárbara, ya muy derruida y que fue la primera iglesia del lugar y presenció cuando desplazaron la torre hoy conocida con el nombre de mirador de Belgrano, que la corrieron para dar espacio al Monumento de la Independencia.
Don Crecencio Reynaga, natural de Humahuaca de 49 años es carpintero; trabaja en la conservación de monumentos y edificios fiscales. Su abuela Doña Atanasia Silisqui, que murió a los 108 años le contaba: «Esta zona era un ciénego, el pueblo era arriba, donde está actualmente el cementerio. La Virgen apareció en el ciénego, sobre unas astas de vaca que se transformaron en la medialuna que hoy tiene. De allí llevaron la imagen arriba, al pueblo, pero la Virgen volvía a bajar al lugar donde apareciese. Por eso levantaron en ese sitio la iglesia de La Candelaria y el ciénego se secó». Esta leyenda a su vez era narrada por la bisabuela del informante. Dña. Paula Dorado, que tuvo activa participación en la batalla de Santa Bárbara, hecho ocurrido el 1º de setiembre de 1837.
[1] Forma tradicional local de llamar a la Virgen
[2] Martínez Zubiría escribió en 1919: «Yo he visto un indio disfrazado de toro hacer las delicias de los fieles agolpados a la puerta de la iglesia. Iba metido en un armazón de cuero, con dos aspas inquietantes y cubierto de cohetes. Era de noche y daba vueltas a la plazuela inflamado como un bólido atrepellando a los que hallaba en su camino».
[3] Patrona de la prelatura de Humahuaca. La prelatura territorial de Humahuaca (en latín: Praelatura Territorialis Humahuacensis) es una jurisdicción eclesiástica de la Iglesia católica en Argentina, que depende de la arquidiócesis de Salta. Esa diócesis comprende seis departamentos de la provincia de Jujuy: Cochinoca, Humahuaca, Rinconada, Santa Catalina, Susques, y Yavi mientras que en la provincia de Salta toma Iruya (excepto el municipio de Isla de Cañas) y Santa Victoria (excepto el municipio de Los Toldos). La sede prelaticia es la ciudad de Humahuaca, en donde se encuentra la catedral de Nuestra Señora de la Candelaria y San Antonio. El territorio está subdividido en 12 parroquias. El patrono del pueblo de Humahuaca es San Antonio.
Fuentes y referencias
- Santander, Josefa L. Folklore de la Provincia de Jujuy. La fiesta de la Candelaria. Quebrada de Humahuaca y Puna. Dirección Provincial de Cultura de Jujuy, San Salvador de Jujuy, 1970. Con prólogo de Augusto Raúl Cortazar.
- La iglesia de Humahuaca en http://www.ciudadhumahuaca.com/monumentosymuseos/iglesia.html
- Prelatura de Humahuaca en wikipedia.org
- «Actividades por la Festividad Virgen de la Candelaria en Humahuaca«. 2017, unjuradio.com en http://unjuradio.com/2017/02/01/actividades-por-la-festividad-virgen-de-la-candelaria-en-humahuaca/
- «Humahuaca honra hoy a su patrona, la Virgen de la Candelaria» (01-02-2019) somosjujuy.com.ar en https://www.somosjujuy.com.ar/jujuy/jujuy-ahora/48269-humahuaca-honrara-manana-a-su-patrona-la-virgen-de-la-candelaria
- «Peregrinación en lo alto del mundo – Parte I» por veromendo en https://chucalezna.wordpress.com/2017/04/04/peregrinacion-en-lo-alto-del-mundo-parte-i/
- «Peregrinación en lo alto del mundo – Parte II» por veromendo en https://chucalezna.wordpress.com/2017/04/05/peregrinacion-en-lo-alto-del-mundo-parte-ii/
- «Celebración de la Virgen de Copacabana de Santuario, en la puna de Jujuy» en https://chucalezna.wordpress.com/2021/03/25/celebracion-de-la-virgen-de-copacabana-de-santuario-en-la-puna-de-jujuy/